Aunque el Gran Tlatoani, el Emperador de los Aztecas, es la autoridad autoridad en todos los ámbitos, incluído el religioso, en realidad éste tiene que rendir cuentas ante una casta sacerdotal cada vez más ambiciosa y sedienta de poder encabezada por el hombre que identifican como el Gran Sacerdote, la cual ha estado recurriendo a la superstición y al fanatismo no solo para afianzar sus tenazas sobre los Aztecas sino también para extender su poderío hacia otras sociedades aledañas para someterlas mediante el terror, recurriendo a sacrificios y técnicas de disuasión y control cada vez más crueles e inhumanas. Pero la casta sacerdotal enfrenta ahora un problema llamado Popocatépetl, el gran guerrero a quien los Aztecas admiran y respetan mucho más que a la casta sacerdotal, y el cual prefiere llevar a cabo el engrandecimiento del imperio azteca concertando alianzas con los vecinos en lugar de imponerse sobre ellos con grandes derramamientos de sangre. La casta sacerdotal sabe que, en caso de desposarse Popocatépetl con la hija del Tlatoani, sus métodos de coacción y control seguramente llegarán a su fin e iniciará una nueva época para el crecimiento de un imperio que podría rivalizar con el imperio romano al otro lado del mundo, con la casta sacerdotal y sus tácticas de intimidación relegada a segundo término. Por esto mismo, se han estado juntando para evaluar sus posibilidades, y aunque hay voces moderadas entre ellos, la intransigencia y la sed de poder acaba por imponerse entre ellos, lo cual significa solo una cosa: buscarán deshacerse de Popocatépetel de un modo u otro. No hay lugar en Tenochtitlán para ambos.
Sonido MIDI: Acoustic Grand Piano