jueves, 30 de agosto de 2007

Leyenda: El Programa Completo


-Texto introductorio que aparece en la esquina superior derecha en una página colocada al principio de la obra "Leyenda (Tlahtolpapalotl)"-


La obra musical "Leyenda (Tlahtolpapalotl)" está estructurada sobre una historia completa. La leyenda de la historia de amor entre el guerrero Azteca Popocatepetl y la princesa Iztaccihuatl aparece en varias versiones según la región de México que uno esté visitando, y según los descendientes de aquella civilización con los que uno esté conversando. De entre las varias versiones, he tratado de forjar una narración lo más cercano posible a lo que debió haber sido la narración original concebida entre los Mexicas antes de la llegada de los Conquistadores de España. Con esta entrada presento a todos ustedes el programa completo sobre el cual está basado el musical, tal y como se va desarrollando cada puesta en escena (entre cada episodio se han puesto interludios musicales, los cuales no aparecen mencionados en el programa).





Leyenda: El Programa Completo



Salutación (Conchas Marinas)

Tambores Aztecas

Obertura

Preludio

Es el Siglo XXI, son los albores del Tercer Milenio. En las afueras de la Ciudad de México, un niño pequeño junto con su padre que están de visita en la Capital alcanzan a ver dos montañas nevadas a lo lejos. El niño le pregunta a su padre qué son esas dos montañas nevadas, y su padre, hablando con voz pausada y con gran autoridad, le responde que son dos volcanes detrás de los cuales se esconde una leyenda, "la leyenda de la mujer dormida". El niño le pide a su padre que por favor le cuente la historia que hay detrás de esos dos volcanes, tras lo cual el padre le comienza a relatar a su hijo la leyenda del gran Guerrero Azteca y Caballero Águila Popocatepetl y la Princesa Iztaccíhuatl.

Ce Cuicatl (Primer Canto Indígena)

La Gran Tenochtitlan

En lo que es la capital del Imperio de los Mexicas, todo se desarrolla en medio de una intensa actividad cotidiana en la cual florecen el comercio, las artes y la cultura, mostrando en su avance el gran legado que les dejó el Dios-Hombre Quetzalcóatl, cuyo retorno esperan algún día. Después de dar la bienvenida al público con el saludo azteca "¡Niltze!" (¡Hola!), una doncella Mexica, actuando como guía, introduce a los visitantes a las maravillas de la capital religiosa, comercial y cultural de los Aztecas.

El Susurro del Amor

La doncella Mexica canta al amor, introduciendo al público al afecto que está floreciendo entre el noble y gran guerrero Popocatepetl y la Princesa Iztaccíhuatl.

Almas Gemelas

El guerrero Popocatepetl y la Princesa Iztaccíhuatl recorren juntos los jardínes del Palacio declarando su amor el uno por el otro.

Nido de Víboras

Acompañado por su hijo, en el Calmecatl -la Casa de los Sacerdotes-, el Gran Sacerdote Astrólogo-Consejero del Imperio ha convocado a una reunión a los demás sacerdotes de menor rango, advirtiéndoles que el guerrero Caballero Águila Popocatepetl -mucho más popular entre el pueblo Azteca que toda la casta sacerdotal- se está preparando para unir su vida con la hija del Emperador, por lo cual les anticipa que deberán enfrentar una disminución de su enorme influencia sobre el pueblo Mexica. Tomando en cuenta la repugnancia que le produce a Popocatépetl, un guerrero Azteca de enorme espiritualidad y compasión humana, la idea de los sacrificios humanos que los sacerdotes quieren imponer y extender en casi todas las ceremonias religiosas, saben que como Tlatoani-Emperador Popocatépetl jamás permitirá un solo sacrificio humano, y en lugar de ello usaría los sacrificios de animales como ofrenda a los Dioses. Saben también que Popocatépetl detesta la idea de subyugar a los pueblos aledaños usando la fuerza y el terror como instrumentos de control, inclinándose mejor por ir estableciendo alianzas con el fin de ir formando lo que espera que algún día se convertirá en una gran nación. En realidad, lo único que les preocupa a los Sacerdotes, excepto a uno de ellos quien interpela tímidamente al Gran Sacerdote, es perder su poder e influencia, incapaces de ver la gran visión a futuro que se ha forjado en su mente Popocatépetl.

Al salir los Sacerdotes menores del Calmecatl, dando por terminada la reunión a la que fueron convocados, dejando solos al Gran Sacerdote y a su hijo, éste último le confiesa a su padre la atracción que siente por la Princesa Iztaccíhuatl, pidiéndole su ayuda y complicidad para impedir que se consume la unión entre la Princesa y el guerrero dejándole el camino abierto para que él se pueda desposar con la Princesa. Aunque su padre es sorprendido con esta revelación, al final la idea no le parece tan mala, ya que si su propio hijo como Sacerdote Menor se desposa con la Princesa, ésto concentrará a la larga todo el poder del Imperio en la casta sacerdotal, o sea en sus propias manos y las de su hijo.

Tlatoani Cuicatl (Canto del Emperador)

En su palacio, en la sede del grandioso Imperio Azteca, el Emperador canta su esperanza hacia un nuevo porvenir bajo la guía de Popocatépetl y su hija la Princesa Iztaccíhuatl, confiado en que la nobleza y el buen corazón del Caballero Aguila más popular del Imperio terminarán imponiéndose algún día a la férrea influencia ejercida sobre el pueblo por la poderosa casta sacerdotal, a la cual el mismo Emperador teme, muy en especial al Gran Sacerdote Consejero, el cual deriva su enorme influencia y credibilidad de los conocimientos de astronomía extraídos de un importante prisionero de guerra, un científico de la civilización Maya con el cual el Gran Sacerdote Consejero tuvo contacto hace muchos años. El Emperador sabe de sobra que si el valeroso guerrero Azteca no logra reducir la perniciosa influencia de los sacerdotes Aztecas siempre ávidos del poder y los privilegios que gozan, nadie más podrá hacerlo.

Entrada del Poeta Azteca

Xopan Cuicatl (Canto de Primavera)

Popocatepetl e Iztaccíhuatl escuchan atentos a un poeta Azteca cantar en Náhuatl un poema dedicado a la primavera. El poeta se acerca a ellos mientras entona el poema, obsequiándoles a cada uno una flor.

Cuicatli Quicaqui (Canto Triste)

Antes de que el Guerrero y la Princesa se vayan, aparecen a distancia detrás de ellos el Gran Sacerdote Astrólogo y su hijo, observando ambos con detenimiento al Guerrero y a la Princesa tomados de la mano. El poeta Azteca cambia el tono de su canto alegre a un tono más sombrío entonando otro poema cantado también en Náhuatl, aún dirigiéndose a Popocatépetl y a la Princesa, quienes no comprenden que esto es un presagio de lo que habrá de ocurrir. Al Gran Sacerdote Astrólogo ya no le queda la menor duda de que la Princesa jamás tomará por esposo a su hijo, no mientras Popocatépetl esté de por medio.

Huitzitzillin (El Colibrí de la Princesa)

La Princesa Iztaccíhuatl juega en los jardines del Palacio con Huitzitzillin, su pequeño y preciado colibrí que vuela libremente de un lado a otro, mientras que sin que ella lo note el hijo del Gran Sacerdote Consejero la observa anhelando hacerla suya, pese a saber que el corazón de la Princesa le pertenece a Popocatépetl.

Intrigas

El Gran Sacerdote, pese a que su hijo se queja ante él de que le Princesa lo ignora por completo y sólo tiene corazón para Popocatépet, y ambicionando con ver algún día a su propio hijo convertido en Tlatoani, Emperador de los Mexicas, le asegura a su hijo que hará lo que pueda para que el Emperador dé la mano de la Princesa a su hijo, yendo al extremo de prometerle que si la Princesa no se desposa con él entonces no se desposará con nadie.

Matlatl (La Trampa)

El Gran Sacerdote, informado por su hijo del inquebrantable amor que la Princesa Iztaccíhuatl siente por Popocatepetl así como de sus intenciones firmes para casarse con él con la aprobación del Emperador, ha forjado ya en su mente un plan para quitar del camino a Popocatepetl, presentándose ante el Emperador Azteca para afirmarle que según su más clara interpretación de los designios de los astros, los Dioses han ordenado que para merecer la mano de la Princesa el guerrero Popocatepetl debe primero conquistar y vencer al más cruel y despiadado enemigo de los Mexicas: el Señor de los Tarascos. El Emperador, pese a la enorme desconfianza que le produce la casta sacerdotal, y muy en especial el Gran Sacerdote que la encabeza, decide aceptar como ciertas las supuestas revelaciones del Gran Sacerdote, confiado en que Popocatépetl habrá de superar el reto que se le pide, ignorando que el Gran Sacerdote planea entrar en tratos con el enemigo para tenderle una emboscada a Popocatépetl.

Tetlamoliztli (La Prueba)

Atendiendo las recomendaciones del Gran Sacerdote sin sospechar su doble juego, cuando Popocatepetl se presenta ante el Emperador atendiendo su llamado éste último le pide al gran guerrero que por dictado de los dioses, como muestra de su valía y para demostrar ser merecedor de la mano de la Princesa, se enfrente a los ejércitos del feroz y sanguinario Señor de los Tarascos, que ha causado tanta desolación entre los habitantes remotos del Imperio Mexica, a lo cual accede Popocatepetl.

La Partida

La Princesa Iztaccíhuatl, llorando inconsolablemente, se despide de Popocatepetl, quien promete regresar con vida después de haber derrotado al más feroz y más sanguinario de los enemigos que haya asolado jamás al pueblo Mexica.

Perfidia

El Gran Sacerdote, fiel únicamente a sus intenciones de quitar del camino a Popocatépetl para impedir que se case con la Princesa Iztaccíhuatl, al amparo de la obscuridad y lejos de Tenochtitlán se pone en contacto con el Señor de los Tarascos para convencerle de que es necesario remover del camino a Popocatépetl si es que desea seguir siendo Rey de los Tarascos, prometiéndole que le enviará todo tipo de información estratégica para que sus guerreros puedan derrotar y matar a Popocatepetl, dejando así libre a la Princesa para que pueda ser desposada con el hijo del Gran Sacerdote. Asimismo, le confirma que enviará a su hijo como Sacerdote Menor y guía espiritual acompañando a los guerreros Aztecas con la intención de que éste regrese como único sobreviviente a Tenochtitlan con la noticia de la muerte de Popocatépetl, a sabiendas de que la vida de su hijo será respetada por el Señor de los Tarascos como parte del pacto que ambos han formado.

Necaliliztli (La Batalla)

Han transcurrido ya varios meses, y después de sobrevivir a múltiples peligros y obstáculos, ha llegado la hora decisiva en la que los guerreros de Popocatepetl se enfrentarán con los guerreros Tarascos en una batalla final. Como el brillante estratega militar que es, Popocatepetl se ha dado cuenta ya de que alguien ha estado suministrando información al enemigo sobre sus planes y movimientos, lo cual le ha costado la pérdida de numerosos guerreros. El hijo del Gran Sacerdote ha desaparecido, en camino de regreso a la Gran Tenochtitlan, confiado en que todo habrá terminado para su rival. Aunque los guerreros Tarascos aventajan a los Aztecas con una enorme superioridad numérica en lo que claramente parece ser una emboscada, Popocatepetl al mando de los Caballeros Águila y los Caballeros Tigre se traban valerosamente en un feroz combate cuerpo a cuerpo que termina cuando Popocatepetl, después de abrirse paso entre los Tarascos con la ayuda de sus Caballeros Águila, se enfrenta personalmente con el Señor de los Tarascos y lo mata.


Intermedio


Ome Cuicatl (Segundo Canto Indígena)

Tlamanalli (Ofrenda)

Tras la muerte de su líder, los guerreros Tarascos ahora a merced de los Aztecas se arrodillan para esperar el golpe de gracia sobre cada uno de ellos, y justo cuando un guerrero Azteca está por descargar el primer golpe mortal sobre la cabeza del primer Tarasco, Popacatépetl lo detiene, y en lugar del sacrificio masivo de los vencidos le pide a todos los guerreros arrodillarse mientras levanta un incensario con Copal humeante para dar gracias al Dios Huitzilopochtli por el triunfo obtenido, ofrendándole dicha victoria.

Júbilo Triunfal

Después de la ofrenda, los guerreros Aztecas estallan de júbilo celebrando el que Popocatépetl haya matado al Señor de los Tarascos, y comienzan a festejar jubilosamente la victoria intercambiando felicitaciones y muestras de alegría, mientras los guerreros Tarascos observan callados dichas muestras de júbilo.

Teicnoittaliztli (Clemencia)

En la ciudad-capital de los Tarascos, Popocatepetl, generoso en la victoria, perdona la vida de los habitantes Tarascos asegurándoles que no habrá represalias, haciéndoles ver que de su parte no alberga ni odio ni rencores en contra de ellos, aunque dá a entender que los culpables y cómplices del Rey Tarasco serán llevados como vasallos a la Gran Tenochtitlan para recibir los castigos que decida imponerles el Emperador por todos los desmanes y tropelías que llevaron a cabo bajo las órdenes del Señor de los Tarascos. Después de dar seguridades a los Tarascos de que no tomará represalias en su contra, esperando a cambio de que reconozcan la majestad del Emperador Azteca, los Tarascos pueden ver a Popocatepetl como el hombre que por fin los ha liberado del tirano más despiadado que hayan padecido. En reconocimiento a la grandeza de su corazón, le presentan y le colocan en su cabeza a Popocatepetl el Penacho Real de los Tarascos, reconociéndolo como su Señor, el cual recibe Popocatepet arrodillado no en señal de debilidad sino en muestra de respeto hacia el pueblo Tarasco. Tras recibir este reconocimiento, Popocatepetl es aclamado al unísono tanto por sus guerreros como por los mismos Tarascos.

Amatlacuilolli (El Mensaje)

En anticipación a su retorno a la Gran Tenochtitlan, y sabiendo la enorme preocupación que deben sentir por ellos por no tener noticias suyas después de varios meses, Popocatepetl le pide a Mazatl, su más veloz guerrero, que corra hacia la capital del Imperio para comunicarle al Emperador y a la Princesa sobre la misión cumplida y la próxima llegada de ellos.

Hacia Tenochtitlan

Corriendo sin detenerse día y noche, Mazatl no puede evitar caer exhausto en varias ocasiones, aunque usa en su provecho esos breves momentos para tomar un respiro, continuando su carrera hasta alcanzar a divisar las afueras de la Gran Tenochtitlan.

Tenamiquiliztli (Encuentro)

Casi a punto de llegar a la Gran Tenochtitlan, Mazatl se encuentra con el hijo del Gran Sacerdote, sorprendiéndolo con la noticia de la victoria de Popocatépetl. Al enterarse de ésto, el hijo del Gran Sacerdote mata a Mazatl por la espalda para impedir que las noticias de la victoria Azteca puedan llegar a los oídos del Emperador.

Cambio de Planes

Al amparo de la noche y con la ayuda de uno de los Sacerdotes Menores, el hijo del Gran Sacerdote lleva y deposita ante su padre el cuerpo de Mazatl, contándole todo lo que sucedió, advirtiéndole que Popocatépetl está en camino para regresar triunfante a la Gran Tenochtitlán. El Gran Sacerdote y su padre saben que están perdidos a menos de que hagan algo de última hora. El Gran Sacerdote concibe de inmediato un plan para inventar la supuesta derrota y muerte de Popocatepetl y sus guerreros a manos del Señor de los Tarascos, con la intención de casar de inmediato a la Princesa con su hijo antes de la llegada de Popocatepetl. Ya casada y consumada la unión, tratará de atribuír la falsa noticia de la muerte de Popocatepetl a las palabas confusas del moribundo guerrero Mazatl. Al menos ése es su plan, si no es alterado por algún otro suceso inesperado.

Fatalidad

El Gran Sacerdote y su hijo se presentan ante el Emperador con el cuerpo de Mazatl para informarle que el guerrero había llegado malherido comunicando justo antes de morir que los guerreros Aztecas habían sido derrotados por el Señor de los Tarascos y que todos, incluído el mismo Popocatepetl, habían muerto en el combate. El Gran Sacerdote atribuye la derrota de los Aztecas a la desaprobación de los Dioses a la unión de Popocatépetl con Iztaccíhuatl, agregando que para desagraviarlos es urgente que la Princesa sea desposada con el único sobreviviente que ha regresado con vida por ser un elegido de los Dioses: su propio hijo. De éste modo, aunque regrese Popocatépetl con vida, encontraría a la Princesa desposada ya con el hijo del Gran Sacerdote.

Tenmictli Miquiztli (El Sueño de la Muerte)

La Princesa, al escuchar la falsa noticia sobre la derrota de los Aztecas y la muerte de Popocatepetl, y al ser informada que será entregada en esponsales al hijo del Gran Sacerdote para desagraviar a los Dioses Mexicas, toma una actitud desafiante afirmando que primero prefiere morir antes que acatar tal voluntad de los Dioses. Tras esto, se colapsa y queda inerte en el suelo, sin mostrar signo alguno de vida. El Gran Sacerdote, consternado por este suceso inesperado, la declara muerta y ordena de inmediato la preparación de los rituales fúnebres de la Princesa para entregarla en una pira funeraria a los dominios de Coatlicue, la Diosa de la Vida y de la Muerte.

Presentimientos

Popocatepetl prepara su regreso triunfal a la Gran Tenochtitlan, habiendo cumplido con la misión que le había sido encomendada por el Emperador, llevando la cabeza del enemigo como prueba de su victoria. Aunque ignora que la Princesa Iztaccíhuatl yace sin vida en el Templo Mayor, conforme se acerca a la Gran Tenochtitlan presiente que algo grave ha sucedido.

Cuepayotl (El Retorno de Popocatepetl)

Al entrar al Palacio del Emperador, Popocatepetl encuentra al Gran Sacerdote cuando se prepara para encender la pira sobre la cual reposa el cuerpo de la Princesa Iztaccíhuatl. La sola presencia de Popocatepetl detiene el ritual, y ante su furia y su dolor, nadie, ni siquiera el Emperador, se atreven a interponerse en su camino. Popocatepetl, enloquecido de dolor y negándose a aceptar que la Princesa Iztaccíhuatl ha muerto, toma el cuerpo de la Princesa entre sus manos y sale con ella para ascender hacia lo más alto de la gran montaña para buscar y enfrentarse directamente con los Dioses. Ignorante de las intenciones de Popocatepetl, el Emperador le ordena a dos de sus más bravos guerreros seguirlo de cerca, sin saber que Popocatepetl caminará por donde nadie más se ha atrevido a penetrar, ahí por donde los antepasados les han prohibido tratar de asomarse, ahí por donde les está prohibido caminar, ahí en donde se cree que es morada sagrada de los Dioses de Tenochtitlán.

Ascenso

Popocateptl comienza a escalar la gran montaña hasta irse perdiendo entre las nubes que cubren la cima, caminando con paso firme hacia esa región en donde ningún otro Mexica había osado aventurarse, allí en donde la cúspide de la montaña toca el mismo firmamento, en donde se dice que tienen su morada los Dioses. Los dos guerreros que lo siguen se acobardan y se detienen a medio camino, viéndolo perderse en la lejanía al desaparecer entre las nubes que cubren la cima de la montaña. Al llegar a la cúspide, Popocatepetl deposita el cuerpo de la Princesa Iztaccíhuatl sobre la cima de la gran montaña, y negándose a aceptar que la Princesa ha muerto, se pone de pie a su lado para velar su sueño mientras espera pacientemente la llegada de los Dioses para confrontarlos cara a cara.

Cochitlehua (Visiones)

El Gran Sacerdote, con su conciencia acosada por los remordimientos de todo lo que su ambición ha desatado, cae en un profundo sopor en el que el mismo Quetzalcoatl se le aparece como un hombre blanco, señalándole imágenes en las cuales el Gran Sacerdote aparece completamente bañado en sangre con un cuchillo en la mano ejecutando sacrificios humanos, reprochándolo con su mirada a él y a los de su clase por su empeño enfermizo en transformar los altares sagrados de los Aztecas en templos de dolor y muerte, presagiándole tras esto el colapso total del Imperio Azteca. Entre sus pesadillas que no alcanza a comprender se vislumbran visiones borrosas de los Conquistadores Españoles así como de la Gran Tenochtitlan en llamas simbolizando el fin del Imperio Azteca. La última visión, que tampoco alcanza a comprender, le muestra a un misionero Franciscano interponiéndose entre la espada de un Conquistador y un indígena, alzando una cruz para detener con su fé el golpe de la espada. El Gran Sacerdote despierta sumamente agitado e inquieto con todas las imágenes sumamente vívidas en su memoria, sospechando quizá que estas visiones anticipan ya el próximo fin del enorme poderío de la casta sacerdotal Azteca, para ser reemplazado por la fuerza de aquella cruz cuyo significado el Gran Sacerdote tampoco alcanza a comprender.

Iyohuilcayotl (Castigo)

Tenochtitlán es sacudida por un terremoto que ocasiona una gran angustia entre los habitantes de la gran ciudad, quienes lo toman como una clara señal de que se ha incurrido en la ira de los Dioses. El Gran Sacerdote ordena a toda prisa llevar a una doncella hasta la cúspide de la Gran Pirámide del Templo Mayor, preparándola para un sacrificio con el fin de aplacar la furia de los Dioses. Justo cuando se prepara para hundir el puñal en el corazón de la doncella con el fin de extraer su corazón, la ciudad es sacudida nuevamente por otro terremoto violento que arroja al Gran Sacerdote y a su hijo rodando por las escalinatas desde la cima del Templo Mayor, cayendo muertos ambos al pie de la Pirámide. El Calmecatl, la Casa de los Sacerdotes, queda reducida a escombros a causa del terremoto.

Lamento de Popocatepetl

Con el alma desgarrada, Popocatepetl se rebela y recrimina a los Dioses por lo que ha ocurrido, muy en especial a Tezcatlipoca, el Dios que cambia todas las cosas y los destinos, y ofrece a su amada que estará a su lado para velar su sueño por el resto de la Eternidad.

Sublimación

En el palacio del Emperador, todos guardan un silencio absoluto al ir cayendo la tarde, cuando la Gran Tenochtitlan comienza a ser golpeada nuevamente por varios terremotos de gran intensidad, uno tras otro. Todos sus habitantes incluído el mismo Emperador junto con la Corte de Nobles y Guerreros salen de la ciudad presas de pánico y huyen hacia los bosques cercanos, sin atreverse a levantar su mirada al comenzar a caer la noche, temerosos de la furia de los Dioses. En cuanto cae el Sol, aparece Quetzalcoatl, y dando la espalda eleva su mirada hacia el cielo a la vez que empieza a subir sus brazos extendidos a cada uno de sus lados hasta que las palmas de sus manos y los dedos opuestos casi se tocan. La gran montaña comienza a vomitar bocanadas de fuego y ceniza iluminando la noche, tras lo cual Quetzalcoatl baja a cada lado sus brazos extendidos y tras esto se retira sin voltear hacia atrás, siempre dando la espalda, caminando lentamente hasta desaparecer. Al amanecer, los terremotos han cesado, y los habitantes de la Gran Tenochtitlan descubren atónitos que en el lugar en donde estaba la gran montaña han aparecido dos volcanes, dibujándose en el perfil de uno de ellos lo que parece ser la imagen de una mujer dormida. Popocatepetl e Iztaccíhuatl han desaparecido, y allí en la región montañosa en donde ambos antes estaban es donde han nacido esos dos volcanes humeantes que están arrojando lava y cenizas con la furia de un amor que se resiste a morir.